LO QUE SUJETA UNA PINZA

Estoy convencida de que si eres de los que -como yo- vivía con el anhelo (o llamémoslo 'ansia') de  tenerlo todo bajo CONTROL, tu escala de valores ha vivido un  'zasca' importante en las últimas semanas! 

 

Cuando miro la imagen de la pinza sujeta en la gran tela, se me representa el siguiente simbolismo: La tela es la vida. La pinza es nuestra pretensión de controlar cualquier aspecto relacionado con la 'experiencia humana'. Imagino que de ahí sale la expresión de "se te va la pinza".

 

Visto así es obvio lo poco que puede hacer esa 'pinza' por mantener bien sujeta a la Vida.

 

La pinza lo intenta con buena intención. Se esfuerza en  hacer su función: sujetar donde la colocan. Sin embargo, no se da cuenta del autoengaño en el que cae, pues una ráfaga de viento, la hará saltar por los aires, incluso la puede partir en dos.

 

Así veo yo lo que está sucendiendo en estos últimos tiempos. Las pinzas con las que manteníamos nuestras vidas bajo control y con las que sosteníamos nuestas creencias, objetivos, planes, valores... no andan tan seguras en la tela.

 

Desde esta reflexión y mi propias 'idas de pinza', he elaborado este escrito en el que hablo de los porqué creo yo que es una buena idea hacer un proceso de terapia en estos 'tiempos revueltos'.

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terapia si, terapia no

this is the question!

 

Puede que en estos días en los que muchas estructuras -internas y externas- se están tambaleando y alguna que otra pinza esté saltando por los aires, te plantees algo como:

¿Qué me aportará iniciar un proceso de terapia o coaching en estos días tras el confinamiento? ¿para qué... si tampoco estoy tan mal? 

Pues yo te contesto:
Si piensas en cómo era tu vida, tus valores, tus creencias, tus prioridades, tus relaciones... hace tan sólo tres meses ¿ha cambiado algo? ¿cómo te sientes? ¿qué necesitas?

 

La vida nos pone frecuentemente a prueba y requiere de nosotros adaptabilidad y resiliencia. Esa palabra tan rara -resiliencia- podría ser el apellido o el adjetivo de la habilidad a la cual has echado mano para afrontar esta cuarentena y su impacto en tu situación vital particular.

 

Ser resiliente no sólo es ser fuerte. Es mucho más que eso. A veces ser fuertes y resistentes, nos resta resiliencia. Como todo en la vida, es un tema de actitud.
Tendría que ver con esa afirmación que dice: "No es lo que me pasa, sino lo que hago con lo que me pasa".

 

Así que pregúntate: ¿cómo voy gestionando todas estas cosas que me están pasando en las últimas semanas? ¿qué impacto está teniendo en mí, en mi estado de ánimo en mis relaciones?

 

Te sugiero que hagas una reflexión más: Todo eso que te has respondido ¿lo percibes más como sensaciones en el cuerpo? ¿en tu estado emocional? ¿o quizás observas que está más en el plano de los pensamientos? ¿y cómo estás con todo esto?

 

 

Hay dos cosas que en estos úlltimos días a casi todos nosotros nos ha tocado aceptar, sin opción a elegir ni ajustar a nuestro ritmo (y mucho menos) a nuestra necesidad:

  1. Se ha detenido nuestra actividad habitual. Hemos tenido que hacer un stop obligado. #Quédateencasa ha sido el mensaje que con mejor o peor disposición hemos asumido. 
  2. Ha habido que afrontar el distanciamiento social y relacional. Eso ha supuesto dejar de ver y disfrutar de nuestra gente. Hemos perdido la libertad de interactuar para aprender a frenar el impulso del contacto.

Y no sólo es eso, sino que lo hemos asumido bajo la amenaza clara y contundente de que está en riesgo nuestra salud, la de los nuestros y demás personas de nuestro entorno.

 

Así, las circunstancias actuales nos han puesto -y nos seguirán poniendo- en contacto con dinámicas psicológicas que -por lo general- nos pasaban inadvertidas y a las que no solíamos poner demasiada conciencia. Por ejemplo: 

  • De la noche a la mañana tu vida, tal como la tenías pensada, ha entrado en stand by (con el matiz cualitativo que puede tener esto para cada experiencia subjetiva). 
  • Tu instinto de supervivencia -por lo general bastante anestesiado- se ha visto sacudido de repente, ante la evidencia de que algo ponía riesgo algo más que tu salud.
  • Te has dado de bruces con la sensación de amenaza y pérdida, tanto respecto a tus necesidades esenciales como ser humano (salud, seguridad, empleo, dinero, sexualidad...) , como a nivel de hábitos, rutinas, costumbres, pequeños o grandes placeres.
  • Has  topado de lleno con la incertidumbre, con la confusión y -posiblemente- con la sensación de falta de recursos.
  • Inevitablemente has tenido que claudicar a la necesidad de incorporar cambios en tus hábitos, creencias y valores. Todo ello de manera repentina y -muchas veces- con poca información de referencia.
  • Posiblemente sientes la necesidad de hacer un serio replanteamiento de tus prioridades, valores, hábitos de vida, relaciones, hasta quizás de tu enfoque profesional o de tu vida íntima.
  • Relacionado con el punto anterior, seguramente se han despertado tus ganas de cambiar cosas, tomar decisiones, dar nuevos pasos... un impulso que su vez quizás topa con miedos o creencias que te limitan, confunden, boicotean y frenan.
  • Y sí: lamentablemente has tocado con la necesidad de vivir un duelo.
    Esta palabra -duelo- no sólo va referida a asumir la pérdida de seres queridos. Si eso ha estado presente en tu vida en estos días ya es bien duro (y lo siento de corazón); el duelo también pasa por despedir y aprender a dejar atrás otros aspectos importantes para ti,  como puede ser la pérdida de un trabajo, de hábitos importantes para ti, de valores que has visto tambalearse (ideas acerca del mundo, de la salud, de la seguridad...)
  • ¿sigo?

 

 

Pues ya ves...ante todo esto ¿te preguntas si es conveniente o no hacer un proceso de terapia?

Yo te aseguro que todos esos puntos que he nombrado,  repercuten en las personas y lo hacen de muy distinta manera. Este impacto -más allá de lo propio de la situación vital de cada uno de nosotros- está en función del carácter, de las creencias (ideas que todxs tenemos acerca de nosotros mismos, de la vida....), de los recursos para la escucha y regulación del estado emocional, de la capacidad para darse cuenta de manera objetiva de lo que a cada uno le pasa.

 

No hace falta tener un problema o un síntoma concreto para iniciar un proceso de terapia o de coaching. Aprender a conocerte, atender lo que emocionalmente estás viviendo (aunque internamente te digas que no 'notas nada') , descubrir tus patrones de relación y de comunicación, o los frenos o bloqueos que te impiden tomar decisiones o iniciar cambios... todo esto y mucho más, son los posibles aspectos que  podemos trabajar en sesión.

 

(y ahora también en formato online! ya que una de las cosas buenas que ha traído el confinamiento es que la mayoría de nosotros nos hemos familiarizado con comunicarnos en formato digital, convirtiendo el espacio entre pantalla y pantalla en una zona segura para la relación y la comunicación segura).

 

 

 

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